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Rápida, ambulatoria y de bajo riesgo, la vasectomía es un tema del
que poco se habla, aunque algunos tomen ese camino radical cuando
piensan en planificación familiar.

POR: MACARENA LANGLEIB. FOTOGRAFÍAS: LATINSTOCK.

No insume más de media hora y es definitiva. La esterilización masculina es una de las opciones disponibles para la pareja que no quiere más hijos o para el hombre solo que pretende continuar su vida sexual sin consecuencias. Es una solución que proviene de él, en ocasiones cuando la mujer tiene contraindicación médica a las pastillas o intolerancia al dispositivo intrauterino.
Parece práctica, especialmente en relación al costo riesgobeneficio de la ligadura de trompas, pero existen barreras que explican que no sea el tópico más abordado a la hora de hablar de anticoncepción. Más allá de razones morales o convicciones religiosas, en concreto implica intervenir en la zona genital, donde el imaginario masculino no quiere ver un bisturí ni en sus peores pesadillas. La International Nursing Review publicó en el año 2005 que, aunque en Brasil es un recurso legal desde 1996 y se realiza en forma gratuita en algunos centros asistenciales, la prevalencia de vasectomías era menor al 4,4 por ciento en el sistema de salud estatal. Los entrevistados para dicho estudio declaraban estar satisfechos con los resultados, y esto respondía, básicamente, a que no vieron afectado su desempeño sexual luego de la intervención. En Estados Unidos, por otro lado, es un método difundido desde que a mediados de los ´80 importaron la técnica desde China. A tal punto que el año pasado la revista Details, enfocada a un público preferentemente masculino (y muy cool), divulgó que las vasectomías estaban creciendo en menores de 30 años. "Los extremistas del control de natalidad" se titulaba el artículo, y alertaba sobre la elección frecuente de la esterilización entre los solteros enemistados con los métodos de barrera (léase preservativo) y preocupados por los embarazos no deseados, que en aquel país suman 3,1 millones. En España, la primera encuesta nacional sobre vasectomía fue presentada en el año 2000. De ella se desprendió que es la intervención urológica más

 

practicada en la Madre Patria, estimándose en unos 100.000 los varones que cada año se someten a ella voluntariamente.
En Australia la asociación Marie Stop International aprovechó el día de San Valentín para elevar la esterilización masculina al estatus de un verdadero acto de amor. En Uruguay no hay cifras sobre el asunto pero los médicos consultados aseguran realizar este tipo de operaciones en forma semanal. Por lo visto, actualmente hay más hombres que superan el miedo, asumen los costos y toman las riendas de su salud reproductiva en forma definitiva.
Dejemos hablar a los involucrados.
“Te sentís totalmente tranquilo; es recomendable. Pero no es fácil conseguir un urólogo que te la haga.
Acá no hay gran experiencia en el tema”, confiesa Pablo, quien prefiere preservar su anonimato por una cuestión de intimidad. Tiene 38 años, es uruguayo, padre dos veces, y hace cuatro años, junto a su mujer, tomó la decisión de vasectomizarse. No quería que ella volviera a tomar la píldora y su vínculo con el condón no era el mejor.
Además, algo estaba claro: “una cosa muy mía, estoy seguro de que no quiero más hijos. Conversamos sobre una ligadura de trompas o una vasectomía y lo más conveniente era que yo me la hiciera.
Llevó 15 minutos todo el procedimiento, un par de puntos en cada lado y unas gasitas. Ese día seguí trabajando, obviamente sin esfuerzo físico”, recuerda. Cinco días después ya no sentía molestia.
“Lo tomo con naturalidad y la gente que me conoce sabe que tengo una vasectomía hecha. Todo el mundo se preocupa del después, sobre todo los varones: si seguís eyaculando igual, si perdés la potencia, si tenés problemas para excitarte o para sentir placer.La única diferencia es que el semen sale más líquido, pero eso también depende de la cantidad de relaciones”, relativiza.

 

el qué y el cómo
Lo recomendable es que la intervención se efectúe bajo anestesia local y sin que el paciente necesite ser internado. Para que puedan funcionar correctamente los testículos necesitan estar a una temperatura inferior a la del cuerpo. Por eso mismo se ubican en el exterior y en consecuencia son fácilmente accesibles. Se hacen dos incisiones de aproximadamente un centímetro en la bolsa escrotal para abordar cada conducto deferente. Se corta el conducto, se realiza una ligadura, se cauteriza, y se vuelve a suturar en cada testículo. Con eso se consigue cortar la vía de comunicación entre los espermatozoides formados en el testículo hacia las vesículas deferentes. Dicho de otro modo, los espermatozoides no llegan al semen. “Lleva menos anestesia que sacar una muela”, asegura el médico Jorge Di Iorio, formado en San Pablo a fines de los años 80 en cirugía vascular y especializado en andrología. De cada 100 pacientes declara atender 95, aproximadamente, debido a disfunciones, y al 5 por ciento por problemas en el pene o interés en una esterilización. Di Iorio dice que el número de vasectomías que se concretan en su consultorio oscila entre dos y cinco por mes. “El tema se encara de diferentes maneras en distintos lugares. La técnica es la misma que aprendimos en Brasil en aquel momento. Los que varían son los criterios de indicación: allá el paciente se interesa y ese mismo día se marca la cirugía. Cada sociedad tiene su manera de encarar el problema; en Argentina está la impronta de la Iglesia Católica y la vasectomía es muy resistida. Por eso tenemos muchos extranjeros que consultan. Acá, por ser un país chico y conservador, el médico es muy reticente. Nunca marcamos el procedimiento en la primera consulta. Les decimos que se tomen una semana para pensarlo”. El director de Androclínica indica que lo conveniente es que se presente un paciente de 40

 
Ahora le toca a él: la vasectomía es un método de planificación familiar con mejor relación riesgo-beneficio que la ligadura de trompas en la mujer.

Una vasectomía suele cobrarse entre 1.500 y 2.500 dólares en forma privada, pero puede llegar a ser gratis en salud pública.

años con tres hijos o más. La proporción entre la edad y los hijos vivos que tiene el paciente lo hacen, en teoría, menos proclive a un arrepentimiento. La mayoría suele tener entre 43 y 48 años. Di Iorio relata el caso de una pareja menor a la treintena, y sin hijos, que acudió en busca de una vasectomía. El profesional se negó a efectuarla alegando diferencias éticas. Lo mismo hizo cuando se enfrentó a un asunto algo turbio, en el que los familiares de un paciente añoso querían convencerlo de la esterilización para evitarse futuros herederos con los cuales repartir su capital. La ley, paralelamente, establece que basta que el implicado sea mayor de edad y tenga la voluntad de hacerse la operación. Las objeciones de conciencia, anteposiciones de la ética médica, trámites engorrosos o simples negativas del personal llevaron a que hace tres años Salud Pública emitiera un recordatorio al cuerpo médico del país sobre la jurisprudencia vigente. “A las mujeres, por ejemplo, les pedían tercera cesárea o tres hijos, además de la firma del esposo, para hacerles una ligadura de trompas. Empezamos a investigar de dónde salía eso”, explica la doctora Cristina Grela, “y no había más que el derecho individual de las personas a decidir sobre esta intervención irreversible. Antes de eso hay que tener una entrevista con el paciente en la cual se le explique”. No obstante, la directora del Programa de salud de la mujer considera que “es muy difícil que el hombre llegue a hacerse una vasectomía. Cuanto más común sea, más rápido se hará”. Periódicamente se realiza una auditoría mediante la cual el ministerio supervisa que se cumpla con el consentimiento informado, detalla la funcionaria. “A medida que se difunde el tema aumentan las consultas. Eso tiene un cierto efecto acumulativo. Cuando instalé mi clínica sobre disfunciones sexuales mis colegas me decían que iba a ser difícil. Al principio jugábamos a las cartas y esperábamos que alguien llamara. Hoy en día trabajamos de lunes a viernes en horario corrido. Es como la explosión que tuvo el viagra. Esto es igual”, afirma por su parte Di Iorio. Los temores de los pacientes, confirma, radican en su desempeño sexual futuro y en la posible afectación de su deseo. “No se convencen de que no van a ver ningún cambio en la eyaculación. El volumen es prácticamente igual”. Los espermatozoides están diluidos en ese líquido, que seguirá siendo semen aun cuando ya no los contenga y, evidentemente, no pueda inseminar.

Ya no
La situación en la que César resolvió hacerse una vasectomía tiene ribetes particulares. Vinculado al área de salud y a sus 58 años, una edad poco frecuente para esta operación, se dijo “no más hijos”.
Tenía en ese entonces una pareja más joven, en edad reproductiva, y un hijo de su vida previa.
“Pensé que podía haber un embarazo”, explica, “y decidí no correr ese riesgo, porque ya estaba más en edad de ser abuelo que de ser padre”. Fue una decisión que tomó solo, con la consecuente reacción adversa de su compañera, que había insinuado otros planes.
“No dudé para nada”, asegura. “Dije ´algún día va a haber un olvido` y preferí solucionarlo. Hubo alguna pequeña molestia, como en cualquier intervención menor, un pequeño hematoma, una inflamación, por una semana tenés una sensación, pero después ningún problema, salvo que sos fecundante durante un determinado período posterior”.

 

Más que recibir consultas de sus conocidos sobre los pormenores de una vasectomía, este profesional cree que “el hombre pretende que la mujer se cuide y desde cierto punto de vista se toma como una agresión a la masculinidad que uno no pueda inseminar, pero es exactamente lo mismo, sentís el mismo orgasmo. En la densidad de semen puede haber cambios, pero no en la cantidad”. Sin embargo, César prefiere omitir su verdadero nombre al hablar del asunto. “Uno puede llegar a sentirse menos hombre, como dicen que se siente la mujer cuando le sacan la matriz; puede haber una similitud entre estas dos cosas y, por lo tanto, el hombre puede llegar a no hacérselo”. Una vasectomía suele cobrarse entre 1.500 y 2.500 dólares en forma privada, pero puede ser más accesible (hasta una tercera parte) en una ONG, e incluso llega a realizarse gratis en Salud Pública. En la Asociación Uruguaya de Planificación Familiar se brinda asesoramiento sobre la esterilización en la mujer y el hombre, sobre los pros y los contras. Walter Silva, urólogo de la institución, lleva 25 años trabajando en el área. “Desde que tengo memoria conozco gente que se lo hacía en forma particular. De hecho, algunas operaciones urológicas implican la realización de una vasectomía. Eso no con fines de esterilización sino profilácticos, como prevención de infecciones por la no emisión de semen”, agrega. Para llevar adelante la operación en el resto de los casos, “existe un consenso no escrito pero consagrado de que (el eventual paciente) no sea menor de 35 años, con paternidad satisfecha, con cierto grado de estabilidad emocional”. El perfil corresponde, en líneas generales, a un hombre de 30 a 45 años, evalúa Silva, que ha accedido a la información a través de un conocido o por Internet. La mayoría de los que consultan termina concretando la intervención. “Esto ha tenido un vuelco radical en los últimos dos años”, recalca el médico. “Se ha multiplicado por cuatro. Antes las consultas no se concretaban, eran aleatorias, y ahora ocupan un lugar permanente en las cirugías que hacemos los viernes. Creo que hay un cambio radical en la población joven, y el que estuvo en contacto con otras sensibilidades, o viviendo en el exterior, y ve que es normal y que no se ve afectada su masculinidad, se anima más a conversarlo. Pero éste sigue siendo un tema que no se habla mucho, como la mayoría de los vinculados a la sexualidad”. Hay una tendencia a que sean los hombres con mayor instrucción e ingresos quienes accedan a la información y lleguen a la consulta. Ese corte socioeconómico se repite en las mediciones en Estados Unidos. Los que se operan en Salud Pública lo hacen mayormente empujados por motivos económicos, observa el personal médico local. Entre los cuidados del post operatorio algunos médicos sugieren colocar hielo en los testículos durante 24 horas y llevar un suspensor durante dos días. El éxito de la intervención no se comprueba hasta tanto no se haya realizado un espermograma, aunque no todos se molestan en llevar adelante la muestra. Por ende, se aconseja tomar precauciones anticonceptivas por un tiempo prudencial, que suele medirse en 12 semanas o al cabo de seis a doce eyaculaciones. Las primeras, luego de la vasectomía, pueden ser algo sanguinolentas y el paciente quizás sienta un leve dolor en el área, que puede durar dos o

 

tres meses, si bien los factores psicológicos suelen influir.
No por poco frecuentes están descartadas las complicaciones inherentes a toda cirugía, que pueden ir desde hemorragias, hematomas o infecciones hasta la recanalización espontánea, algo que estadísticamente sucede en uno de cada 40 mil o 50 mil casos.
En esa última situación la operación se considera fallida y, por tanto, el hombre seguirá siendo fértil.

En retrospectiva
El rastreo histórico de esta intervención señala al anatomista y cirujano inglés John Hunter, que en 1775 investigó la oclusión de los conductos deferentes. Pero fue su discípulo Sir Astley Cooper, quien durante sus experimentos en animales en 1823 practicó una vasectomía a un perro. Cooper, sin embargo, no se hizo célebre por esa razón. Sus aportes más importantes tienen que ver con la cirugía vascular.
A modo anecdótico cabe recordar que obtuvo el título de barón un par de años antes, cuando extrajo un quiste sebáceo del cuero cabelludo del rey Jorge IV y continuó siendo el médico de la corte hasta el reinado de Victoria inclusive. Los primeros documentos sobre vasectomía señalan como finalidad la observación de sus efectos sobre la próstata, así como supuestamente paliar estados de hipersexualidad y proveer una cura a la tuberculosis.
En el siglo XX tuvo un triste auge por motivos eugenésicos o directamente nazis, y en la década de 1960 se propagó como modo de planificación familiar relativamente sencillo. La técnica más aconsejada, la llamada vasectomía sin bisturí, ya que utiliza pinzas en su lugar, fue desarrollada en China en 1974 por Li Shungiang, en plena política de restricción reproductiva, y divulgada en Occidente a mediados de los ´80 por el neoyorquino Marc Goldstein.
Al día de hoy Goldstein es director del Center for Male Reproductive Medicine and Microsurgery delWeill Medical College de la Universidad de Cornell. Unos 500 mil estadounidenses se operan cada año.
“Muchos hombres no saben decir exactamente dónde le hicimos el procedimiento de tan chico que es el corte”, jura este especialista, que con la crisis económica en evidencia y los seguros médicos en baja, desde noviembre pasado declara haber visto aumentado su negocio en un 48 por ciento, sostiene el sitio Health.com.

Sin vuelta atrás
Un consentimiento informado es lo que suele firmar el paciente que decide someterse a una esterilización. Hay toda una biblioteca respecto a la posibilidad de realizar una punción en el testículo para obtener espermatozoides, cultivarlos y conseguir luego una inseminación artificial.
Sin embargo, revertir una operación de este tipo no es tarea fácil. En contraposición a la vasectomía, una vasovasostomía es una microcirugía de alta precisión. Aun consiguiendo un profesional idóneo, pasados quince años de una vasectomía es imposible volverla atrás con éxito.
En consecuencia, la intervención se considera irreversible y quienes la practican aconsejan acudir a un banco de esperma y congelar el material genético, por si la pareja, la realidad o el modo de pensar cambian después de la operación.
Dicen que es la mejor manera de evitar remordimientos.

 
 
     
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