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                        | Hoy como AyerEl más joven de estos comercios ya tiene 20 años.
 Para la mayoría de ellos, la tradición familiar es su razón de ser, aunque también hay otras historias. He aquí quiénes son,
                            desde cuándo están en pie y cómo sobrevivieron a tantas
 temporadas en la península y sus alrededores.
 
 Por Carla Rizzotto. FotograFías: Pablo Rivara y Ricardo Figueredo |  
                        |  | Verano al pan Hugo Alberto Batista se
                          metió en esto casi sin
                          darse cuenta. Pasó de
                          llevar la contabilidad de más de
                          un comercio del rubro a mandar
                          a construir, en 1979, su propia
                          panadería.
 Desde un principio se
                          llamó Panificadora la 2, por su
                          enclave de Francia y Vaz Ferreira,
                          en la Parada 2 de la Brava; y
                          desde el comienzo tuvo claro su
                          objetivo: apuntar a lo más fino,
                          elaborado y exquisito en materia
                          de panadería. La aparición de las
                          grandes superficies lo llevó más
                          tarde a perfeccionarse en la búsqueda
                          de especialidades.
 Hoy
                          son pocos los habitués de Punta
                          del Este que se privan de probar
                          cada temporada sus medialunas,
                          caballito de batalla de un
                          local que está por cumplir su
                          tercera década abierta al público.
 La renovación debe estar a la
                          orden del día, sostiene el fundador
                          del comercio, que con los
                          años sumó rotisería y cafetería
                          para ofrecer nuevos servicios y
                          retribuir la lealtad a los clientes,
                          muchos de los cuales vieron
                          levantar la panadería desde sus
                          cimientos.
 Ya retirado, Batista
                          deposita actualmente toda la
                          confianza en su hijo Álvaro.
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                        |  | Parada Jugosa Las temporadas cada vez son más cortas y los rebusques
                          para pelear mano a mano con los grandes
                          supermercados son hoy más necesarios, sueltan
                          Dalton Fernández y Virginia Cotugno. Sin embargo, los
                          dueños de la frutería dalton 5 no están dispuestos a bajar
                          los brazos. Hace 23 años que ofrecen frutas y verduras
                          seleccionadas en su negocio de Pedragosa Sierra, en la
                          Parada 5 de la Mansa, y a pesar de algunos sobresaltos
                          nunca pensaron en cerrar el puesto.
 “Somos gente muy
                          tenaz y trabajadora”, relata el matrimonio, que se surte de
                          mercadería dos veces por semana en el Mercado Modelo
                          de Montevideo.
 Dalton y Virginia renuevan las expectativas
                          cada temporada, “si no, no estaríamos acá”. Por eso
                          están en la búsqueda permanente de nuevas opciones
                          para sus clientes, muchos de los cuales ya merecen el
                          título de amigo.
 De hecho, aún hoy reciben compradores
                          desde Montevideo, quienes generaron vínculo con Dalton
                          cuando él trabajaba en el puesto de su tío en Millán y
                          Bulevar Artigas, hace cerca de treinta años.
 En las mejores
                          épocas supieron mantener el negocio abierto durante
                          los meses de frío, pero ahora la temporada para ellos
                          arranca en octubre y termina después de Semana Santa.
 “Ya estamos pensando en algún complemento para los
                          días menos movidos”, proyectan para mantenerse siempre
                          a tiro con las exigencias del mercado.
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                        |  | Ternera y ternura La historia de el Novillo alegre se remonta
                          a 1955, cuando Pedro Gottesman inauguró
                          su primera carnicería en el kilómetro 23 de
                          la ruta 1, departamento de San José.
 Con una fuerte vocación por expandirse, y ya con ayuda
                          de su hijo Boris, actual titular de la empresa,
                          el comerciante encontró en Punta del Este un
                          mercado más que interesante para la venta de
                          carne. Así fue que en 1973 instaló sobre la avenida
                          Roosevelt el segundo local, que pronto se
                          convertiría en la punta de lanza del comercio.
 La permanencia de El Novillo Alegre durante 53
                          años reposa en una premisa instaurada desde su
                          creación: garantizarle al cliente la carne más tierna
                          y sabrosa.
 Claro que los cambios en materia
                          de consumo no pasaron desapercibidos en estas
                          cinco décadas: tiempo atrás el puchero era un
                          clásico infaltable, hoy en día los clientes buscan
                          churrascos, milanesas y “todo corte que le permita
                          a la mujer pasar el menor tiempo posible en
                          la cocina”, admite Boris.
 Qué ternura, ¿no?
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                        |  | Aires Dorados La cadena de supermercados el dorado
                          le debe su historia a Tobías Polakof.
 “Era
                          un visionario, un emprendedor”, recuerda
                          su esposa Elisa Goldschmidt, quien acompañó
                          a Tito, como se lo conocía a su marido, en
                          la construcción de esta empresa con largas
                          raíces en Maldonado.
 El vínculo del clan con
                          la capital fernandina nació cuando el médico
                          de familia recomendó “cambiar de aire” a
                          los Polakof, uno de cuyos integrantes estaba
                          aquejado por problemas de salud.
 De joven,
                          Tobías trabajó en la panadería de sus padres y
                          los ayudó en una tienda. Una vez casado con
                          Elisa, instaló una fábrica de plástico y abrió su
                          propio negocio en Sarandí y Florida.
 “Siempre
                          volvía de viaje con alguna idea nueva”, cuenta
                          Elisa. Fue en una de esas tantas travesías
                          que se tentó con la idea de poner un supermercado.
                          En esa época sólo había almacenes,
                          por lo que el concepto de autoservicio
                          llegaba para revolucionar el modo de venta.
                          Supermarket´s, nombre que aún suena entre
                          los vecinos más veteranos de la zona, denominó
                          en 1961 al primer súper del interior del
                          país, que más tarde fue rebautizado como El
                          Dorado.
 El legado de Tobías, que falleció hace
                          diez años, quedó en manos de Elisa, sus hijos
                          Rosa, Luis y Susana, y su nieto Ismael.
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                        |  | Versatilidad al pelo Basta una mirada atenta para descubrir la
                          historia de dante.
 La vidriera del clásico
                          negocio de Gorlero 937, donde hoy en día
                          se puede comprar “desde un escarbadientes a
                          un elefante”, revela en una inscripción los inicios
                          de Dante Paracampo como peluquero, allá por
                          el año 40.
 No borrar ese letrero es, para Ángela
                          Martínez y Sonia Paracampo, esposa e hija del
                          fundador, una forma de homenajear al inquieto
                          peluquero devenido versátil vendedor.
 El asunto
                          fue más o menos así: dentro de su salón, el
                          hombre comenzó a ofrecer mercaderías varias.
 De los artículos de quiosco pasó a los perfumes
                          franceses, luego a los buzos importados y poco
                          después a los diarios y revistas.
 Durante un
                          tiempo convivieron los sillones para cortar el
                          pelo con los productos más diversos, pero en
                          el año 70 el comercio se transformó definitivamente
                          en Dante Variedades, tal como reza el
                          logo original que hasta hoy identifica al negocio.
 La fidelidad de la clientela se mantiene intacta.
 “Incluso viene gente que se cortaba el pelo con
                          papá”, cuenta Sonia, quien junto a su hija Leticia
                          Giménez garantiza Dante para rato.
 “Ya vendrá
                          algún nieto para representar a la cuarta generación”,
                          dispara confiada.
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                        |  | teJienDo Historia Supo ser excursión obligada en los días de
                          lluvia, cuando el mal tiempo daba una tregua
                          en medio de tanto sol.
 En las épocas de oro
                          de Punta del Este, partían hacia San Carlos incluso
                          ómnibus repletos de turistas con un destino bien
                          definido: tejidos italia. Entre enero y marzo, el
                          negocio ubicado en la calle Maldonado 829 estaba
                          prácticamente invadido. Allá por 1955, Gino Bottai y
                          su esposa Patria Riccetti (que todavía vive), importaron
                          la primera máquina de tejer para empezar.
 La
                          apuesta fue rápidamente superada por la realidad.
 Claro que no todo fue un camino de rosas para el
                          negocio, muy dependiente del bolsillo de los turistas,
                          mayormente argentinos.
 “Tuvimos momentos complicados,
                          pero a pesar de todo nos mantenemos en
                          pie”, cuenta Rossana Bottai Riccetti, quien ahora lleva
                          las riendas de la empresa fundada por sus padres.
 ¿La clave de la permanencia durante 53 años? La
                          pureza de las lanas usadas para la confección de
                          buzos, pantalones, polleras y sacos; y el estilo clásico
                          que se mantiene en los cortes y colores.
 El cierre
                          de este tradicional comercio supondría despedir
                          una buena parte de la historia de la familia. Por eso,
                          a pesar de tener edad para jubilarse, Bottai piensa
                          seguir manteniendo las puertas abiertas.
 “Mucha
                          gente llama para preguntar si todavía estamos vivos”.
 La respuesta es sí, “siempre que haya ánimo”.
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                        |  | JuGate ConMiGo Marcelo Milat está convencido de haber cambiado
                          el significado del concepto sticker.
 “En
                          Punta del Este esa palabra no se asocia con
                          calcomanía, sino que hoy remite a juguetería”, sostiene
                          el fundador de stickers, que reúne quiosco, papelería
                          y juguetería en un mismo local sobre Gorlero.
 En
                          cierta medida, este negocio con veinte años de vida
                          echó raíces de la mano de otro indiscutido clásico de
                          la zona.
 “Un grupo de empleados de El Quijote decidimos
                          independizarnos y de esa manera nació el primer
                          Graffiti, también dedicado a la venta de una gran variedad
                          de productos”, evoca hoy Milat, quien años más
                          tarde abandonó esa sociedad para fundar su nueva
                          empresa. La diferencia que marca este local, asegura,
                          está dada por el origen de la mercadería, la cual no se
                          trae desde China sino en su mayoría desde Estados
                          Unidos.
 Si se le pregunta por las épocas doradas
                          del balneario, Milat añora los tiempos en los que los
                          argentinos no tenían acceso a productos importados
                          en su país, por lo que compraban en Punta del Este
                          sin reparar en gastos. Aquella locura consumista
                          terminó hace tiempo pero, aunque la realidad diga lo
                          contrario, la esperanza es lo último que se pierde.
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                        |  | pisaDa FernanDina Sepsel Scleidorovich no le teme a los
                          cambios. De oficio tapicero, y luego de
                          apostar a ese rubro durante unos años
                          en la capital del país, el inmigrante lituano
                          desembarcó en Maldonado vendiendo pollos.
                          Una vez en esa ciudad, tentado por incursionar
                          en un nuevo mercado, Sami, tal como lo
                          conocen todos, no dudó en abrir a mediados
                          de los años ‘50 una tienda exclusiva de calzados.
 “Un amigo le comentó que había un
                          local libre sobre Sarandí y así fue que empezó
                          con el rubro zapatería”, relata Walter Repetto,
                          yerno de Scleidorovich y actual vicepresidente
                          de Dilusso.
 Sus fines comerciales no reconocían
                          límites, por lo que con el correr de los
                          años comenzó a incorporar nuevos rubros y
                          locales: vestimenta, muebles, electrodomésticos
                          y hasta motos se sumaron a la lista de
                          artículos.
 Esta multiplicidad de opciones se
                          mantiene al día de hoy, pero concentrada en
                          un único centro comercial ubicado en Sarandí
                          e Ituzaingó. La familia de Sami ya tomó la
                          posta de la empresa: si bien el fundador aún
                          se encarga de la parte administrativa, su
                          hijo Nelson ocupa la presidencia, y su nieto
                          Nicolás, la secretaría. Le siguen los pasos,
                          como quién dice.
 |  
                        |  | la Miel Del ÉXito Andrea Paparella no puede abandonar
                          su profesión. “Es más fuerte
                          que yo”, dice luego de revelar 80
                          años de edad y casi 67 en el mercado
                          que lo vio consagrarse hace mucho tiempo,
                          al que ingresó como cadete de una
                          peluquería. La relación del estilista italiano
                          con Punta también es veterana: se
                          remonta a la década del ‘50, cuando él y
                          su mujer pasaron por el balneario de luna
                          de miel.
 Bastó con un paseo por la península
                          para proyectar un desarrollo profesional
                          en la zona.
 Y así se concretó.
 En 1959 inauguró su propio comercio e inició una
                          larga cadena de éxitos. “Recuerdo cuando
                          las mujeres hacían metros de fila en
                          la puerta del negocio para peinarse o cortarse
                          el pelo”, dice andrea, que insiste en
                          resaltar la lealtad de su clientela.
 La clave
                          para mantenerse vigente durante casi 50
                          años en Punta del Este (en Gorlero y 21
                          primero, ahora en calle 24 y 28) radica
                          en la conquista del público femenino.
 “El
                          desafío es que las clientas se queden
                          conmigo”. Sin dudas lo ha logrado.
 Y así
                          será “hasta que Dios quiera darme fuerzas
                          para continuar”.
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                        |  | Apuesta por punta El desembarco de los sagasti en el Este uruguayo
                          está ligado a una jugada que revolucionó la zona:
                          la inauguración del Casino Hotel de Punta del Este
                          (actual Nogaró), en 1938. Modesto y Emiliano Sagasti,
                          ambos argentinos, pusieron en marcha este importante
                          proyecto y, tal vez sin pensarlo en aquel momento, iniciaron
                          así un estrecho vínculo con la ciudad, que se hizo
                          cada vez más fuerte con la llegada de las nuevas generaciones
                          de la familia.
 Acostumbrado desde chico a ir y
                          venir de Buenos Aires a Punta del Este, y ya dedicado
                          a la venta y alquiler de casas en la otra orilla, Armando
                          Sagasti decidió abrir una inmobiliaria sobre Gorlero
                          (bautizada con el apellido del clan familiar), a pasos del
                          casino fundado por su padre Modesto.
 Si bien en ese
                          entonces ya había competencia en el rubro, el mercado
                          no estaba tan sectorizado como en estos días. Tampoco
                          campeaba la informalidad en los negocios, como hoy,
                          y las casas lideraban cómodamente la preferencias de
                          inquilinos y compradores, muchos de los cuales actualmente
                          se decantan por apartamentos.
 En otras palabras,
                          más de un cambio pasó frente a los ojos de Armando.
 Pero nada lo amedrenta, y él sigue apostando a la ciudad
                          que lo adoptó hace muchos años.
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                        |  | CoMunes o rellenos Más de uno quisiera tener la receta de los Churros Manolo al alcance
                          de su mano. Pero lamentablemente se trata de un secreto bien
                          guardado al que sólo accede la familia directa de Manuel Benito,
                          nacido en Burgos (Castilla La Vieja, España) y fundador de la actual cadena
                          de churrerías. La historia es sencilla.
 Manuel Benito, su esposa Eladia Ortiz
                          y tres hijas mujeres desembarcan en Montevideo, donde inauguran un
                          primer local en el Parque Rodó y luego una sucursal en Ejido entre 18 de
                          Julio y Colonia. La llegada a Punta del Este, allá por el año 58, fue mucho
                          más improvisada: el matrimonio “aterrizaba” en una especie de camioneta,
                          la estacionaba en cualquier baldío donde se le suministrara gratuitamente
                          la luz y allí vendía los churros.
 La prohibición de los carritos los obligó, en
                          1972, a instalarse formalmente en un local del balneario, que no es otro
                          que el actual ubicado en la calle 29 a metros de Gorlero.
 Después comenzó
                          la expansión internacional de la marca, pero eso corrió por cuenta de las
                          niñas de la familia.
 “Una de ellas se quedó en Uruguay, otra se fue para
                          Perú y otra partió hacia Argentina; pero cada una en su lugar de residencia
                          se encargó de explotar con éxito el legado comercial de sus padres”, detalla
                          Luis Pío, nieto de don Manuel y actual responsable de la sucursal uruguaya.
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                        |  | Cuero Carolino La centenaria casa donde funciona
                          desde 1935 la talabartería benítez
                          alberga los recuerdos de casi toda
                          la vida de Omar Martínez. Apenas nueve
                          años tenía cuando entró a trabajar en el
                          comercio fundado por Ignacio Benítez.
 Será por eso que al momento de hacer
                          un repaso por estos 62 años de trabajo
                          en San Carlos, lo primero que le viene a la
                          mente son los logros obtenidos. “Este local
                          surtía de todo tipo de mercadería a quince
                          tiendas, entre ellas la tradicional London
                          París de Montevideo”, cuenta Martínez. La
                          informalidad de estos importantes comercios
                          a la hora de pagar llevó a Benítez a
                          poner la mira en otro nicho de mercado.
 Así
                          fue como empezó a confeccionar carteras
                          de cuero que rápidamente hicieron furor
                          entre locales y turistas. Se vendían hasta
                          doscientas por día, al público y a comercios
                          de la capital y Punta del Este.
 “Todavía hoy
                          la gente las pide”, señala Martínez, mientras
                          sostiene dos entre sus manos. Hace 24
                          años Benítez decidió jubilarse, pero él no
                          estaba dispuesto a abandonar el barco.
 Por
                          eso no dudó en quedar a cargo del negocio,
                          primero junto a otro compañero de trabajo
                          y solo después, aunque siempre con la
                          ayuda de su esposa Alicia.
 “Acá estoy hace
                          62 años y acá voy a terminar”.
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                        |  | a Buen puerto Gardelito Costa pasó más de veinte años arriba
                          de un barco pesquero.
 La obligación de surtir
                          diariamente el puesto de venta instalado en
                          el puerto de Punta del Este desde hace 52 años no
                          le dejaba otra alternativa.
 Se embarcaba cerca de
                          las siete de la tarde para regresar a eso de las cinco
                          de la mañana.
 “Antes sólo había que meterse entre
                          las piedras de la orilla para sacar baldes repletos de
                          sargos.
 Ahora no se pesca ni uno en una semana
                          entera”, se lamenta el hombre de 72 años, que tiempo
                          atrás decidió cortar por lo sano y comprar la mercadería
                          fresca en Punta del Diablo y Cabo Polonio.
                          Conoce al dedillo las exigencias de sus clientes:
                          piden pescado fresco, sabroso y a buen precio.
                          “Esto nos diferencia de los supermercados, donde
                          la gente ya sabe que encontrará pescado congelado”.
 Sus largos años al frente del puesto el gaucho, le
                          permitieron guardar mil y una anécdotas.
 En tren de
                          elegir una, evoca una postal que le quedará registrada
                          por siempre: cuando el humorista argentino
                          Alberto Olmedo salía del puesto con una bolsa de
                          mejillones en cada mano “tirando un chiste atrás del
                          otro”. Ahora, mientras Gardelito hace valer sus años
                          de antigüedad en el puerto, sus hijas y yernos se
                          encargan de atender el clásico puesto.
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                        |  | sieMpre De turno Punta del Este le debe a la farmacia
                          Costanera 10 la posibilidad de poder
                          comprar un medicamento a cualquier
                          hora de la madrugada, remarca su dueño
                          Daniel De Leivas, quien se enorgullece de
                          haber dado esa pelea con final victorioso. El
                          comercio tiene unos 50 años de existencia en
                          el edificio Isla de Gorriti (sobre la costanera,
                          a la altura de la Parada 10 de la Mansa), pero
                          De Leivas desembarcó a mitad de camino
                          para “imprimirle un cambio radical”.
 Más allá
                          de la evolución del mercado farmacéutico, hay
                          algo que no cambia a pesar de los años: sin
                          dudas, la venta de protectores solares hace la
                          diferencia durante la temporada.
 El resto del
                          consumo no varía radicalmente.
 De Leivas es
                          consciente de que no son épocas para tirar
                          manteca al techo. “Vivimos tiempos de gloria,
                          pero hoy por hoy tenemos necesidad de abrir
                          los 365 días del año”, asegura el farmacéutico,
                          que sostiene este clásico comercio en base a
                          “trabajo y más trabajo”.
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                        |  | esQuina letraDa Cuatro generaciones de los Núñez ya trabajaron
                          en el clásico quiosco de diarios y
                          revistas la Candelaria, ubicado al final de
                          Gorlero, frente al hotel Palace. Otras tantas generaciones
                          de clientes pasaron por allí.
 “Esto nos
                          mantiene en pie, a pesar de haber cerrado el balance
                          en rojo más de una vez y de tener que buscar
                          otros trabajos para sostener el negocio”, confiesa
                          Héctor Núñez, hijo de quien comprara el quisco
                          en el año 53.
 Los más memoriosos recordarán su
                          antiguo nombre, Quiosco Punta del Este, y además
                          evocarán algunas de las extinguidas publicaciones
                          que en su momento cautivaron a los lectores del
                          balneario: Radiolandia y Mundo Uruguayo, por
                          poner apenas dos ejemplos.
 “Los argentinos sin el
                          diario de mañana se mueren, es como si les faltara
                          el aire”, dice Núñez comentando las preferencias de
                          su clientela y antes de contar que la lucha por abrir
                          la mayor cantidad de meses es constante. Por eso,
                          no oculta la bronca cuando “los montevideanos
                          dicen que acá se trabaja un mes y se descansa el
                          resto del año”.
 Esta vez, el clan analizará en detalle
                          las cifras que deje la temporada para luego decidir
                          qué pasará durante el invierno.
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